Represores argentinos quemaron cuerpos de desaparecidos
La ESMA, escuela de mecánica de la marina, es símbolo del terror en una Argentina que fue sometida a la más sangrienta dictadura de su historia entre 1976 y 1983. En 1995, un ex-marino de la ESMA, Adolfo Scilingo, confirmaba la existencia de los “vuelos de la muerte” durante los cuales los prisioneros eran lanzados al Río de la Plata o al Océano Atlántico desde los aviones.
El testimonio, hace algunos días, de un ex-integrante de la ESMA develó por vez primera el punto de vista de los verdugos sobre las prácticas criminales que se desarrollaron allí y que ya han sido largamente denunciadas por los supervivientes. Víctor Olivera, bajo las órdenes de Ricardo Cavallo, recientemente extraditado de España, donde se refugiaba, y del prefecto Víctor Febres, envenenado en su celda en el momento de su proceso el año pasado - probablemente en nombre de la “omertá” reinante entre los represores - , confesó al juez las “desapariciones” precisando que los cuerpos fueron quemados en una operación llamada “Asado”. Víctor Olivera precisa que sus superiores le ordenaron “no decir nada” de lo que vería o haría. Negando haber participado de las torturas, como lo afirman los testigos que pasaron por esas cárceles, él cuenta cómo los prisioneros llevaban “capuchas y fierros, siendo esposados desnudos en camillas en los locales llamados “incubadora” o “bocal” y golpeados a muerte”, agregando que “oficiales de civil” asistían a las sesiones de tortura. Olivera afirma no saber cuáles eran los “criterios de selección” de los detenidos “torturados con la picana” para sacarles información.
La última semana la corte condenó a cadena perpetua al ex-general Luciano Menéndez, uno de los principales responsables de los crímenes de la dictadura que provocó la desaparición de 30.000 personas. Por otra parte, el ex-jefe del 3er cuerpo de la armada deberá cumplir su pena en una prisión común, como lo exigen las familias de las víctimas, cansadas ya de ver cómo los represores se benefician del favor del arresto domiciliario.
Fuente: L´Humanité
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