El MIR y Allende
Miguel Enríquez definió la relación del MIR con el presidente Allende como una alianza informal de “apoyo crítico”. Fue una relación compleja, de unidad estratégica en el objetivo común de construir un Chile socialista y una democracia revolucionaria, y a la vez de fuertes tensiones por las discrepancias tácticas de cómo hacerlo. Una relación de respeto mutuo, pues siempre antes de hacer pública una crítica se conversaron con transparencia las diferencias. Y una relación de lealtad, pues siempre el MIR defendió al gobierno de Allende contra el golpismo y siempre Allende intervino para contener a sectores de la UP que propusieron reprimir al MIR.
Como reveló Tati, la hija que actuó de enlace entre el presidente Allende y Miguel, su padre se había preocupado por apoyar la seguridad de los dirigentes miristas cuando fuimos perseguidos por el gobierno de Frei Montalva. Pero la alianza informal del MIR con Allende se inició cuando, en plena campaña presidencial de 1970, Allende pidió a Miguel un encuentro secreto. Nuestros compañeros lo recogieron en el punto de contacto establecido y durante largo rato se contrachequearon, para asegurarse de que el candidato presidencial no era seguido por nadie. En dicho encuentro Miguel le informó que el MIR, aunque siempre había tenido una posición antielectoral, había dejado a sus militantes en libertad para votar por su candidatura. Allende, además de reconocer este apoyo, le solicitó que detuviéramos las acciones armadas, pues perjudicaban su campaña, a lo cual accedimos. En esa conversación Miguel le expresó preocupación por su seguridad, por lo cual Allende le propuso formar, con militantes del MIR, un grupo de seguridad personal que lo protegiera: así nació el GAP (Grupo de Amigos Personales).
Después del triunfo electoral de Allende, se inició una coordinación con el grupo de inteligencia recién formado por la UP. Además de informarle a Allende, el MIR denunció la conspiración golpista de la extrema derecha que terminó con el asesinato del general René Schneider.
Pocas semanas después de haber asumido Allende la presidencia de la República, una brigada de propaganda del Partido Comunista asesinó en la ciudad de Concepción al joven dirigente mirista Arnoldo Ríos. El Presidente intervino personalmente, exigiendo a la dirección del PC un diálogo con el MIR que impidiera una escalada de enfrentamientos. Este fue el primero de varios ciclos de conversaciones entre el MIR y la UP que fueron repetidamente desahuciados por presión de los comunistas, aunque las direcciones del Partido Socialista, del MAPU-Garretón y de la Izquierda Cristiana tendieron a un creciente acercamiento político con el MIR.
En su mensaje con motivo del año nuevo de 1971, el presidente dió a conocer la amnistía de todos los miristas presos y perseguidos. Poco después, en una reunión con miembros de la comisión política del MIR, Allende nos sorprendió al pedirle a Miguel que se incorpora a su gobierno como ministro de Salud. Miguel se percató de inmediato que no era sólo una hábil maniobra para neutralizar una “oposición de Izquierda” a su gobierno. Ofrecerle la misma posición que él había ocupado en el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, cuando era un joven diputado socialista, constituía un gesto de reconocimiento y afecto. Miguel agradeció, pero declinó con delicadeza el ofrecimiento explicándole que si bien el MIR compartía gran parte del programa de la UP, no creíamos posible llevar a cabo ese cambio revolucionario en los marcos de la institucionalidad existente y mediante un proceso gradual de reformas, ya que la derecha no las respetaría y recurriría al boicot y la violencia para derrocar su gobierno y que era necesaria la movilización directa de las masas y crear una capacidad de defensa armada en el movimiento popular, atrayendo a los militares progresistas. Como el presidente discrepaba de esta política, el MIR prefería guardar independencia, aunque defenderíamos su gobierno contra el golpismo con toda nuestra fuerza y voluntad. Finalmente, Miguel se comprometió a no discrepar públicamente sin antes informarle y conversarlo con él, acuerdo que el MIR honró siempre.
Las reuniones de Allende con Miguel eran continuas. Cuando en agosto de 1971 murió Luciano Cruz en un absurdo accidente doméstico, el presidente se hizo presente para marchar parte del trayecto junto a la dirección del MIR que, acompañada de miles de jóvenes, trabajadores, pobladores y campesinos, llevó el féretro del popular dirigente mirista hasta el Cementerio General.
Durante sus dos primeros años el gobierno, apoyado en una activa movilización de las masas, llevó a cabo profundas reformas económicas y sociales, ampliando su base de apoyo ciudadano, lo cual se reflejó en las elecciones municipales de abril de 1971 cuando la UP elevó su votación a casi el 50%, superando a la oposición de centro y derecha juntas. Uno de los más graves errores políticos del presidente Allende fue no aprovechar ese momento para convocar a un plebiscito para reformar el Estado.
Se produjo, entonces, un desfase entre el avance de los cambios económicos y sociales estructurales y la permanencia del viejo Estado. La oposición enquistada en el aparato estatal intensificó el boicot institucional para pasar luego al boicot empresarial, los sabotajes violentos y las conspiraciones con militares golpistas. En mayo de 1972 se llevó a cabo otro ciclo de conversaciones entre el MIR y la UP, que tampoco dio frutos. La acción opositora había logrado provocar una fuerte tensión táctica en la propia coalición de gobierno, entre aquellos que querían contener la radicalización del proceso de cambios para “consolidar lo logrado” y aplacar a la oposición, y aquellos que sostenían que ya la suerte estaba echada, que la oposición sería cada vez mas violenta, y que había que “avanzar sin transar” apoyándose en la construcción de un poder popular. En julio de 1972 el MIR y todos los partidos de la UP y las organizaciones populares, con la excepción del PC, convocaron, en Concepción, a la Asamblea del Pueblo, expresión regional de las experiencias germinales de poder popular que bajo la forma de Comandos Comunales y Cordones Industriales se venían multiplicando en el campo y diversas ciudades del país.
Este fue el momento de mayor tensión en las relaciones del MIR con el presidente Allende. El MIR se había retirado del GAP llevándose parte del armamento. El MIR llamaba a la reagrupación de los revolucionarios de dentro y fuera de la UP. El 5 de agosto la policía de Investigaciones -que estaba encabezada por dirigentes comunistas y socialistas partidarios de reprimir al MIR- allanó el campamento Lo Hermida -donde la influencia mirista era muy fuerte- y dispararon sobre los pobladores que se resistieron a la incursión policial, matando e hiriendo a varios de ellos. El MIR advirtió al gobierno que si no detenía la ofensiva represiva usaría las armas de que disponía para defenderse. Una vez más, el presidente Allende intervino para evitar el conflicto: visitó personalmente el campamento, cambió los mandos de la policía civil y manifestó su rechazo a toda acción represiva contra el pueblo.
La política de contención que primó en el gobierno no detuvo a la oposición, que realizó en octubre de 1971 el paro patronal y se unificó en el CODE, cambiando la tradicional configuración política de tres tercios (Izquierda, centro y derecha) por dos polos, uno revolucionario y otro reaccionario, que en un enfrentamiento cada vez más agudo pusieron en crisis la estabilidad institucional. El presidente Allende conformó el gabinete cívico-militar, lo que favoreció la polarización política dentro de las FF.AA. El resultado de las elecciones parlamentarias de marzo de 1973 profundizó el impasse político-institucional, y el CODE, en su conjunto se volcó a promover el golpismo militar.
A pesar del mayor distanciamiento político que se había producido entre el MIR y el presidente Allende nunca se cortaron las conversaciones, y seguimos colaborando en el trabajo de inteligencia antigolpista e impulsando la movilización de masas en defensa del gobierno popular. Para el “Tancazo”, en junio de 1973, las banderas rojinegras del MIR ondearon junto a la bandera chilena y las banderas de los partidos de toda la Izquierda, cuando miles de hombres y mujeres del pueblo rodearon el palacio de La Moneda para defender al compañero presidente y exigir castigo a los golpistas.
Este fue el otro momento decisivo que determinó la derrota del proceso revolucionario, porque ni el MIR se decidió a repartir las armas al pueblo -que uniformados izquierdistas estuvieron dispuestos a entregar- por temor a provocar un enfrentamiento con el gobierno y dividir el movimiento popular, ni el gobierno aprovechó esta victoria para intervenir dentro de las FF.AA. y sancionar y destituir a los golpistas. A partir de entonces, el inmovilismo del conjunto de la Izquierda y del gobierno creció, junto con la desmoralización y el temor, en el movimiento de masas.
Aunque el presidente Allende intentó una salida política institucional, convocando a un plebiscito, ya el golpe era imparable. La mañana del 11 de septiembre, Miguel Enríquez y Allende -por intermedio de Tati- se comunicaron por última vez. Miguel le ofreció el apoyo de combatientes del MIR para proteger su salida de La Moneda y continuar la resistencia en los barrios populares. Allende no aceptó y le mandó a decir: “Yo no me muevo de aquí, cumpliré hasta mi muerte la responsabilidad que el pueblo me ha entregado. Ahora es tu turno, Miguel…”.
Ambos murieron defendiendo consecuentemente sus convicciones democráticas y revolucionarias:
Por Andrés Pascal Allende (*)
(*) Ex secretario general del Movimiento de Izquierda
Revolucionaria (MIR)
(Publicado en la edición especial Nº 665 de Punto Final, en homenaje al centenario de Salvador Allende, 26 de junio, 2008)
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